Sí, estos mitos me mosquean personalmente. La verdad es que lo malo de que te apasione tanto el mundo de la nutrición y la alimentación es que tienes que escuchar teorías y leyendas urbanas sin sentido constantemente, y muchas veces quedarte callada por no parecer una evangélica de los boniatos.
En realidad creo que los conocimientos básicos de la nutrición se han deformado tanto en las últimas décadas que hemos llegado a un breaking point, es decir, un punto en el que hay que decir basta y empezar desde cero. El marketing, las dietas milagro y las grandes empresas que sacan millones de nuestro consumo son las responsables de que al final hayamos acabado tragándonos y aceptando como cierto todo lo que nos han ido inyectando en el subconsciente poco a poco.
Estas son las leyendas urbanas, o más bien, mitos sobre la alimentación que me mosquean soberanamente:
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«Los carbohidratos son el diablo»
Creo que este es uno de los que más me molesta. Sí, me molesta hasta el punto de hacerme suspirar y preguntarme qué sentido tiene la vida.
Los carbohidratos son un macronutriente; básicamente los azúcares, almidones y fibras contenidas en alimentos como las frutas, granos, verduras y leche. El cuerpo obtiene energía de tres macronutrientes: la grasa, los carbohidratos y las proteinas. Hasta ahí bien, está claro que para vivir necesitamos carbohidratos. Bien?
No voy a ahondar mucho en el tema pero simplemente hay que tener en cuenta que los carbohidratos son la gasolina principal del cerebro (memoria, estado de ánimo, etc), de nuestro sistema central nervioso y de los músculos. Los carbohidratos son VITALES y no tienen nada de malo. Lo único que tenemos que tener en cuenta a la hora de tomar carbohidratos es:
– Que sean carbohidratos complejos, para que así se absorban de una forma más regulada. Por ejemplo, un carbohidrato sencillo sería una coca-cola, y uno complejo sería el maíz o las legumbres. El primero es una rave de insulina, y el segundo energía que se libera de forma paulatina durante el día.
– Que no vayan acompañados de bombas calóricas. Sabéis ese dicho de, «las rosquillas no engordan, engordas tú»? Pues casi lo mismo. No es que la pasta engorde en sí, sobre todo si es integral, sino que esa boloñesa con aceite (grasa), carne (más grasa, además saturada, por muy magra que sea) y el queso parmesano (venga, que no hemos puesto suficiente grasa!) que le ponemos por encima está multiplicando las calorías y la grasa por mil. Y luego pensamos que cuatro espirales nos engordan.
– Que el tipo de carbohidrato sea el correcto. Que tengan mucha fibra, poca grasa, muchos nutrientes, poco sodio, y que no sean refinados (asi que no vale la excusa de «Ally Can Cook ha dicho que los carbohidratos son buenos» para comerse esa palmera de chocolate).
Si nos aseguramos de tomar los carbohidratos adecuados, y en la cantidad adecuada, os aseguro que lo último que haréis será engordar. Por supuesto, si lo que queréis es que os falte energía, estar de mal humor, tristes y confusos y con músculos débiles, os recomiendo la dieta baja en carbohidratos. En cambio si queréis vivir una vida saludable y con energía, los carbohidratos complejos son vuestros mejores amigos.
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«La grasa es mala»
Este es otro mito que hace que me hierva la sangre. La grasa no es mala en sí, y de hecho, es totalmente esencial para vivir, como hemos comentado antes. Lo importante a tener en cuenta es qué tipo de grasa y cuánta se consume.
Es decir, no es lo mismo comerse una galleta Digestive que un aguacate. Primero hay que diferenciar entre las grasas saturadas, monoinsaturadas y poliinsaturadas. Unas son mejores que otras pero el consumo excesivo de grasa, sea buena o mala, puede llevarnos a coger peso, asi que es importante controlar la cantidad que tomamos, sea cual sea el tipo.
Ahora, el tipo de grasa que tomamos tiene mucho que ver en la historia. Las grasas saturadas y las «trans» son las que tenemos que evitar o moderar. Estas grasas se acumulan en las arterias y pueden llevar a muchos problemas de salud. Muchos alimentos, como el aguacate, llevan un poco de grasa saturada, pero el resto de los nutrientes y el hecho de que la mayoría de su grasa sea monoinsaturada lo hace un alimento ideal. De hecho, en este estudio podéis ver que un aguacate al día puede ayudar a rebajar el colesterol, y en este otro podéis ver que el aguacate ayuda a regular el azúcar en la sangre, algo ESENCIAL para perder peso.
Dejemos de demonizar a este gran alimento, que por cierto, es una de las mejores cosas que le ha pasado a este mundo. Guacamole para todos!
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«Es mejor elegir los productos light»
Esta es quizás la mayor mentira que nos han metido en la cabeza, y confieso que incluso sabiendo la verdad, siempre tiro instintivamente hacia las versiones «light»! Se puede tener el cerebro más lavado? Da bastante miedo si lo pensáis.
En el caso de los productos «light», lo que hacen la mayoría de las veces es retirarle el azúcar y sustituirlo con todo tipo de edulcorantes artificiales y demás pesadillas con efectos incluso peores que los que se han utilizado en el producto original. Hay productos que son malísimos para nosotros de cualquier forma, como por ejemplo la Coca-Cola, pero aún así puede que el remedio sea peor que la enfermedad. La versión normal de Coca-Cola contiene unas 8 cucharadas de azúcar refinado, y la versión Zero contiene Aspartame, que ha sido relacionado con el cáncer en muchos estudios (aunque aun está clasificado como «seguro» por la FDA). Cada uno que decida qué es peor.
En el caso de los productos bajos en grasa, lo que generalmente se hace es retirar la grasa y sustituirla con azúcares para compensar la falta de sabor. Y diréis, bueno, pero no tiene grasa. Y yo os digo, ya, pero es que el azúcar que no quemamos, acaba convirtiéndose en grasa (lipogénesis). Pero claro, en realidad el producto puede considerarse «libre de grasas» porque no las contiene. En fin, ya veis por donde van los tiros.
No digo que absolutamente todos los productos de este tipo sean lo peor; simplemente digo que hay que leer etiquetas, y que en la moderación está el truco. Si queréis comeros X alimento alto en grasa, normalmente es mejor comerse la versión original en una ocasión puntual y quedarse a gusto que ir comiendo mil versiones light durante tiempo prolongado y quedarnos con el gusanillo anyway.
En realidad entiendo totalmente la confusión que existe hoy en día en torno a estos temas, ya que el marketing, la desinformación y las ganas de lucrarse a nuestra costa de algunas grandes empresas son una mezcla casi infalible para hacernos ver la nutrición de una forma concreta, que puede no ser la mejor. Lo bueno es informarse, reeducarse y hacerse todo un pro en leer etiquetas. Os aseguro que con algunos conocimientos básicos seréis capaces de mejorar vuestra salud y en caso de que lo queráis, vuestro peso.
Espero haber retirado un poco la cortina de humo; la saga continuará 🙂
xx
Ally
p.d. Hay un pequeño cambio/pista en la web. Si lo encontráis, me lo decís 😉
Bea
También está la lucha del «necesitas leche para el calcio», y tengo que ir investigando etiqueta a etiqueta para no encontrar lactosa en ellas, o proteína de leche, que se la ponen hasta al jamón serrano envasado!!
Que narrow minded es la humanidad a veces!!
Ally L.
BeaYa ves! Por esa regla de tres los intolerantes o alérgicos a la leche estarían muertos jaja Pero ese es otro tema que trataré en la siguiente entrada sobre esto, que se me hacía muy larga! Un beso guapa y gracias por comentar xx