Siempre intento mejorar un poquito más cada día. Pienso que, a diferencia de lo que los anuncios de telefonías, loterías y embutidos nos dicen, los cambios positivos se consiguen cada día, con pequeñas acciones.
Creemos que tenemos que llevar a cabo un acto heroico, o levantarnos un día «iluminados» y decidir cambiar nuestra vida por completo, corriendo 20 kilometros, dejando nuestro trabajo y viajando por el mundo, a lo «Come, reza, ama«. Las películas son así, pero no la vida real.
Vivimos en una sociedad en la que las redes sociales nos muestran cambios físicos casi increíbles, modelos de medidas «perfectas», gente con vidas perfectas. Y como he dicho alguna que otra vez, todo es una ilusión que nos hace creer que nuestro día a día tiene que ser un festival de positividad y cambios radicales al más puro estilo Lluvia de Estrellas en los 90.
La realidad es mucho menos glamurosa e impactante. Lo cierto es que son las cosas insignificantes que hacemos cada día las que nos ayudan a determinar nuestro destino. Siempre les digo lo mismo a las clientas con las que trabajo: No se trata de despertarse un día y ser otra persona, sino de acumular cambios positivos cada día, que a lo largo del tiempo, marcan una diferencia impresionante. Y aunque parezca algo aburrido y poca cosa, os aseguro que son esas mini-decisiones diarias las que determinan cómo será nuestra vida, mañana, pasado, el mes que viene, y el resto de nuestros días.
Por ejemplo, la gente piensa que hay que levantarse a las 5 de la mañana e irse a correr dos horas, para después terminar en el gimnasio haciendo músculo y una hora de spinning. Yo soy la primera que ama el deporte; me encanta correr, hacer yoga, ballet, bailar, hacer pesas… pero no hace falta ser Rocky o [inserta nombre de Instagrammers que utilizan el emoji del melocotón para describir su trasero] para estar en forma. Si nos lo planteamos de esta forma, quizás consegamos estar motivados un par de semanas o un mes como mucho, hasta que la novedad inicial se disperse y nuestras zapatillas empiecen a coger polvo. Por eso, siempre es mejor ponernos objetivos REALISTAS y que no nos creen ansiedad. Es lo que se suele llamar, objetivos SMART:
S: Specific (Específicos)
M: Measurable (Que se puede medir)
A: Agreed Upon (Acordado)
R: Realistic (Realístico)
T: Time Based (Con tiempos marcados)
Qué quiere decir esto? Que tenemos todas las de ganar si identificamos nuestro objetivo claramente, de una forma que podamos medir nuestro progreso, que sea realista y que tenga fecha de entrega. Pero sobre todo, «acordado», lo cual significa que nuestro objetivo es algo que realmente queremos conseguir. Esto último lo podemos reforzar encontrando un porqué que nos motive desde un punto de vista personal y emocional.
Por ejemplo, un objetivo SMART sería el siguiente:
Quiero ser de esas personas que corren todos los días de la semana al menos media hora. Para ello, comenzaré andando rápido 15 minutos al día durante dos semanas. Después, comenzaré a correr un día y media hora a la semana, incrementando un día más cada dos semanas. Quiero conseguir este objetivo de correr 5 días a la semana para el [fecha]. La razón por la que quiero conseguir este objetivo es [insertar razón] y las consecuencias positivas que este objetivo tendrá en mi vida serán [insertar razones].
Podemos cambiar los detalles por cualquier cosa: comer sano, leer más, llamar más a nuestra prima, quedar más con amigos, terminar un curso, realizar unas oposiciones, aprender a escalar, hacer terapia… Cualquier cosa que queramos conseguir está ahí esperando a que tomemos las acciones necesarias para conseguirla.
Hace poco me leí un libro que probablemente tenía que haberme leído hace mucho tiempo, un libro de Pablo Coelho llamado El Alquimista. Como ya os conté en Instagram Stories (donde nos vemos cada martes alrededor de las 21:15 GMT+1), este libro tiene muchísimos mensajes «ocultos» que dan mucho que pensar, pero seguramente mi favorito sea el siguiente:
«Cuando quieres algo de verdad, el universo conspira para que lo consigas»
Aún a riesgo de que comencéis a mandarme gorros de aluminio por correo urgente, os diré que creo completamente en esta teoría. Creo que cualquier pequeña acción que realicemos cada día hacia nuestros objetivos (en el ejemplo de arriba, simplemente salir a andar 15 minutos) crea una energía de movimiento que desencadena una serie de situaciones y coincidencias que nos ayudan a llegar a nuestros objetivos. No debemos esperar milagros de la noche a la mañana, sino pequeñas acciones que poco a poco nos llevarán a nuestros objetivos.
Es mucho mejor empezar poco a poco y tardar más tiempo, que empezar a lo grande y dejarlo para siempre en poco tiempo.
No subestimes el poder de todas tus pequeñas acciones diarias. Ese pequeño bocadillo de embutido, esa hora extra viendo la tele, esa llamada que no realizas, o esas palabras de tu corazón que ignoras cada día tienen unas consecuencias gigantescas a largo plazo. Aprovecha el poder de las pequeñas cosas, tomando la decisión adecuada en todo momento («¿Debería coger el ascensor o subir por las escaleras?»). Déjate de excusas esperando a que llegue ese gran momento de claridad con ángeles y coros para realizar los cambios que siempre has querido.
Nadie nace sabiendo lo que quiere, es solo cuestión de aprendizaje. Utiliza tu intuición como una brújula, escucha a tu corazón y concéntrate en todos los granitos de arena diarios que poco a poco construirán una montaña. Dentro de un año te estarás preguntando por qué no empezaste hoy.
A por todas bonica.
Love,
Ally
MI CAMINO HACIA UNA VIDA SALUDABLE Ally Can Cook
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- 30 April, 2017
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