Por Ally Can Cook.
Transicionar de una persona adicta a la repostería procesada y la carne y con una vida totalmente sedentaria a una que lleva una alimentación totalmente basada en plantas y está totalmente en forma, es posible. Pasar del consumismo más puro, la falta de propósito y motivación a vivir una vida sostenible y consciente, es más que posible. Para mí, ha sido un camino largo, pero estoy más que contenta de haber pagado el precio, porque como se suele decir, lo único que tú nueva vida te costará, será tu antigua vida.
Siempre he llevado una dieta omnívora y los dulces industriales siempre habían sido mi perdición. Las verduras no me gustaban especialmente, y la verdad es que nunca me había molestado en saber cómo prepararlas siquiera (no recuerdo haber comprado brócoli voluntariamente nunca durante esa época). Las pizzas precocinadas eran las protagonistas de muchas de mis cenas y los refrescos algo asiduo en mi dieta. El sedentarismo era mi pan de cada día y consideraba hacer ejercicio el simple hecho de salir de fiesta y bailar.
Las dos personas más importantes en mi vida fallecieron debido al cáncer. Ambos tipos, probablemente evitables. Mi abuelo falleció por diferentes enfermedades debidas 100% a los hábitos que llevaba. Todo esto me hizo pensar mucho en mi propio estilo de vida; cambié mi dieta y mis hábitos radicalmente, y cuando vi los inmensos beneficios, decidí que mi misión a partir de ese momento sería la de utilizar mi ejemplo para mostrar a otras personas que es posible cambiar de hábitos.
A partir de estos cambios en mi alimentación, se dieron muchos otros en mi vida de forma natural. Comencé a interesarme sobre el origen de mi comida, las temporadas y la forma en la que ésta se cultivaba, y a partir de ahí entré en el mundo de la sostenibilidad y Zero Waste. Comencé a ver mis pertenencias como lo que son, COSAS que ocupan lugar y poco más, y comencé a replantearme la forma en la que había vivido hasta ese momento.
Poco a poco vendí, regalé y doné más de la mitad de mis pertenencias, hice un decluttering brutal de mi espacio y a partir de ahí mi vida fue otra. Fue como si la creación de ese espacio físico diera pie a la creación de más espacio mental. Y desde entonces, no he mirado atrás.
No me avergüenzo de la persona que he sido. He sido consumista, pesimista, desconfiada, perezosa, egoísta e inconsciente, y me encanta mirar atrás y ver lo lejos que alguien puede llegar con un poco de ganas y consciencia. De hecho, me enorgullece pensar que he sido capaz de cambiar tanto, de dar un giro de 180 grados a mi estilo de vida y mi mentalidad, y de que mi camino sirva a otros para ver que en realidad podemos ser quien queramos ser. No hay nada de malo en cambiar de piel, evolucionar, progresar, ser otra persona, sobre todo cuando estos cambios solo traen cosas positivas a ti mismo y a tu entorno.
Esa es la razón por la que hoy en día ejerzo a tiempo completo de Coach. Parte de este descubrimiento fue entender que mi verdadera vocación era la de ayudar a personas como yo, que se sentían perdidas en lo que respecta al bienestar mental y físico, y que desean hacer «algo más» en la vida. Encontrar un propósito, sentirse a gusto con uno mismo y llevar una vida saludable y sostenible son algunas de las claves en las que en Ally Can Cook creemos firmemente.
Mi caso personal es un ejemplo muy claro de que todos tenemos el potencial que necesitamos, y que lo único que nos falta es alguien que nos guie por el camino.
No me creo ni más ni menos que nadie, no pretendo parecer perfecta ni dar lecciones a nadie, pero sí espero que aquellas personas interesadas en este mismo camino, encuentren utilidad en mi historia y les haga recordar la fuerza que tienen dentro de sí mismas para conseguir todas sus metas.
“You will not break loose until you realize that you yourself forge the chains that bind you.” – Pam Grout