
No estoy segura de si esto solo ocurre en este país, o si es algo extendido por el resto del mundo. No creo que sea una percepción personal, ni creo que sea una exageración. Por desgracia, es algo que veo día sí y día también, y sé de buena mano que no solo me ocurre a mí, sino a muchas y muchos de mis compañeras/os.
Existen trabajos más manuales que tienen mucho valor. Es cierto que el esfuerzo físico que hace falta emplear en según que profesiones, es realmente duro, cansado y por supuesto conlleva consecuencias físicas y mentales. Estar levantando paredes, en una mina, cortando leña, limpiando o arreglando coches durante ocho horas al día, es realmente agotador y digno de admirar. No todo el mundo tiene la fortaleza física para realizarlos y aguantar jornadas extensas de esfuerzo físico. Es una labor que realizan para proporcionar algo normalmente físico a una empresa o un particular.
Por otra parte, están los negocios «de toda la vida». Las tiendas en las que compramos nuestra comida, nuestros caprichos o nuestra ropa. En estas tiendas, nosotros proporcionamos parte del dinero que tanto nos ha costado ganar, y ellas nos proporcionan algo físico que queremos adquirir. Es un intercambio de dinero por cosas, cosas físicas que podemos tocar, oler, ver y utilizar.
También están los trabajos de oficina, en los que personas se sientan frente a un ordenador durante largas horas y realizan un trabajo que tiene como objetivo proporcionar un servicio que otros necesitan. Por ejemplo, las gestorías, las inmobiliarias, recursos humanos, contables… son cosas que casi todos necesitamos, asi que proporcionamos dinero a estas personas o empresas para realicen una labor muy difícil que probablemente los que pagamos por ello detestaríamos hacer.
Existen muchos ejemplos como estos, pero ¿qué ocurre con todas esas profesiones que no proporcionan algo físico o que no son agotadoras? ¿Qué ocurre con las personas que realizan un trabajo que no resulta del todo físico, y que nos parece agradable?
Os voy a decir lo que ocurre: mucha gente no lo valora, o incluso lo detesta. Y en muchos casos, la gente lo critica. Parece que vender tu conocimiento o tu arte es un crimen, es algo que se debería hacer de forma gratuita. Lo sé, porque mucha gente me ha pedido que realice mis servicios de forma gratuita, como si mi tiempo y lo que hago no valieran nada. Como si aquellos que nos dedicamos a nuestro arte (ya sea la terapia, el maquillaje, la nutrición, la escritura, los videos, etc) fuéramos seres de otro planeta que pagan su alquiler y sus facturas con aire.
El hecho de que no estemos picando en una mina no significa que nuestro trabajo deba ser gratis.
Algunas personas venden sus conocimientos, su saber hacer, su know-how, su voz, sus cuadros, sus videos, o incluso sus opiniones. ¿Por qué? Porque son valiosas de alguna forma y porque alguien las quiere. Y eso hace que nuestro trabajo merezca ser un trabajo como cualquier otro; pagado. Personalmente me encanta cuando recibo consultas por correo o en redes sociales sobre cosas específicas. Por ejemplo, mucha gente me pregunta «cuál es mi opinión sobre los lácteos» o «si recomiendo el aceite de coco» y cosas similares. Y me encanta, me encanta porque da lugar a un intercambio de opiniones, y le permite a la persona que pregunta obtener un punto de vista que quizás no haya considerado. Me ENCANTA que me pregunten cosas, no solo porque me hace sentir que mi opinión es valiosa para esa persona, también porque sé que estoy aportando algo a esa persona con mis palabras.
Sin embargo, no son pocas las ocasiones en las que a las personas que proporcionan un servicio «no físico» o agradable de realizar, se nos exige que lo proporcionemos de forma gratuita. ¿Por qué? Pues porque cómo se va a considerar trabajo algo que no se puede tocar y que además es divertido de hacer, es injusto. Es injusto que haya gente levantando paredes y que tu trabajo se trate solo de proporcionar información o de hacer algo bonito y entretenido.
Es triste, pero en cierto modo la sociedad de hoy en día es así, probablemente debido a pensamientos arcaicos de la época de nuestros padres o abuelos que cada día se levantaban a las 5 para ir a hacer piezas para máquinas o a arar la tierra para sembrar. Pero resulta que estamos en 2017, y hay muchas opciones a la hora de elegir un trabajo, y el hecho de que el de algunos no requiera esfuerzo físico, no quiere decir que no valga nada.
Os puedo dar mi ejemplo, aunque a muchas de mis compañeras les ha ocurrido mucho más a menudo. Yo recibo de vez en cuando correos exigiendo (sí, lo subrayo porque es así) cosas del estilo de: «Me gustaría que me dieras pautas sobre cómo tengo que comer», o extensas descripciones de casos seguidas de algo en las lineas de «recomiéndame algo en general para mi caso». Por supuesto, en estos correos siempre se deja claro que el objetivo es recibir información y asesoramiento gratuito, y nunca, nunca, contratar mis servicios. Lo sé porque muchas veces si no reciben la respuesta que quieren o pregunto si estarían interesadas en saber los precios, nunca vuelven a escribir.
En mi caso creo que esto es más que entendible, ya que sería por mi parte muy poco profesional dar cualquier tipo de consejo sin asesorar por completo el caso de esa persona, revisando su historial médico y familar, su estilo de vida y estado de salud actuales. Mi clientes normalmente tienen que rellenar entre 5 y diez páginas para proceder a una consulta. Y en el caso de los nutricionistas, estoy segura de que este asesoramiento inicial es aún más exhaustivo, y aún así conozco casos de algunos nutricionistas que constantemente reciben emails pidiéndoles consultas y tratamientos totalmente gratuitos, sobre todo si tienen un blog o redes sociales.
Y ojo, que lo mismo ocurre con otras bloggers o YouTubers que viven de ello o que su trabajo está relacionado con ello. El hecho de que sean personas públicas con miles se seguidores, no quiere decir que «deban algo» o que su tiempo no valga nada. El hecho de que puedan disfrutar en cierto modo de ciertos beneficios como productos gratuitos o invitaciones, no quiere decir que su tiempo no valga nada o que se tengan que vender por dos duros. Cada uno es responsable de crear su propio valor, de poner un precio a su arte y su profesión, y los demás somos completamente libres de decidir si queremos pagar por ello o no. No entiendo por qué se critica tanto a la gente que pone un precio a su arte; si esa gente tiene algo que compartir, y la gente está dispuesta a pagar por ello, ¿por qué no? El simple hecho de que una persona no aprecie ese valor, no quiere decir que no lo tenga.
Yo jamás pagaría por un servicio de entrenamiento canino si no tengo perro. Y tampoco pagaría por un curso de papiroflexia o de ajedrez. Ni pagaría 20€ por un sello que supuestamente costaría miles. Simple y llanamente porque no son conocimientos u objetos que me sirvan o que me interesen, pero aún así entiendo que los que imparten esos conocimientos cobren por ello. De hecho, sería un poco de tontos no cobrar en estos casos si existe un mercado que está dispuesto a pagar por ello. Seamos sinceros: ¿A quién no le gustaría que le pagaran por hacer algo divertido que además te encanta?
El conocimiento cuesta tiempo, dinero, esfuerzo y mucha mucha dedicación; crear algo, ya sea un cuadro, un video, un libro o un maquillaje, necesita talento y cuesta también tiempo, dinero y esfuerzo de la persona que lo crea. El hecho de que algo no sea puramente «utilitario» (como un teléfono, un coche, una factura o un bolígrafo) no lo hace menos digno, ni menos valioso. Siempre se ha dicho que «la belleza está en el ojo del que la mira», y en este caso creo que es lo mismo; el valor que tú puedes darle o no darle a algo, no cambia el producto. Si alguien considera que no merece la pena pagar por algo, me parece genial, tal y como he dicho más arriba, pero espero que poco a poco, y sobre todo en este momento histórico en el que los trabajos están cambiando con la revolución digital, la gente se adapte y aprecie el valor de los trabajos «artísticos».
El arte no se limita a cuadros ni esculturas abstractas. El arte es algo que cada uno lleva dentro y que después de invertir tiempo, dinero, esfuerzo e ilusión, puede ofrecer al mundo, y la única forma de poder vivir proporcionando ese arte, es cobrando por ello. Por muy bonito que sea lo que hacemos, nadie vive del aire, por desgracia.
Si eres una creadora, recuerda que tú eres la que determina el valor de lo que haces y creas; el hecho de que algunas personas opinen que no debe costar dinero, no lo hace un hecho. Y si eres alguien que proporcionas algo «no físico», recuerda que tu tiempo es tan valioso como el de cualquier otra persona que proporciona un objeto o realiza un trabajo físico.
Los artistas pagan facturas.
Los albañiles pagan facturas.
Los bloggers y Youtubers pagan facturas.
Que no te engañen.
xx
Ally
Ana Albiol
Maravilloso post y perfecto para el momento en el que vivimos. Gracias por compartir un problema que nos toca de cerca a muchos profesionales. En mi caso, vivo en Reino Unido, y aquí veo una gran diferencia con cómo se valora el tiempo de los demás e incluso de las ideas. Creo que, por desgracia, en España aún no hemos llegado a ello, y mucho menos a admirar y querer aprender de las personas que consiguen hacer de su pasión su negocio. Una de las enfermedades más graves del alma en el siglo XXI, para mi, la envidia. ¡Un abrazo!
Ally
Ana AlbiolMuy cierto, yo también vivía en Londres y allí no existe tanta rabia respecto a las profesiones menos comunes o más artísticas; aquí sí he notado más recelo y escepticismo, y sobre todo «titulitis», como si la experiencia no sirviera de nada. En el Reino Unido se valora mucho más el talento y la experiencia, que el realidad es lo que vale. Aunque yo siempre digo que la gente con éxito siempre se apoyan entre ellas, como me dijeron una vez «has visto alguna vez un hater con más éxito que tú?». Seguro que no 😉 Un besazo hermosa xx
Beatrix
Valiente y delicada forma de tratar el tema Ally.
Aquí, hay varios problemas de mentalidad y los que tenéis la experiencia de vivir fuera os dáis cuenta perfectamente …. sigue predominando la idea de la titulitis, de una formación lineal . Da más confianza un despacho en una zona cara, una bata blanca, una pared con titulos que nadie lee que una persona que habla de sus conocimientos a partir de una experiencia vital y que toca el alma del cliente.
Otro grave problema es que todo lo relacionado con la creatividad,lo estético, lo artísitico o lo saludable no es tomado en serio sino que sigue formando parte de la categoría de hobbies.
Por eso, mucha gente se queda contrariada cuando ve las tarifas de un coach, una nutricionista, un entrenador personal,una maquilladora como es el caso de Ana,una personal shopper,una artista o cualquier profesión que se salga de las titulaciones universitarias/reguladas.
En un país donde la mayoría de la gente trabaja en lo que puede y no en lo que quiere, esto produce malestar o como bien dice Ana, envidia.
Mucha gente confunde la visibilidad de las redes sociales con la gratuidad y no perciben que lo que se expone es una pequeña muestra del talento de la persona que generosamente lo muestra .
Ana
Hola Ally, a mi ocurre continuamente, gente que quiere servicio sin cobrar o que les resuelva sus problemas de piel por email.
» lo que no se cobra no se valora»
Creo que se debe a la cultura, tambien a los grandes comercios que hacen ofertas y servicios que no cobran para vender y vender y asi han acostumbrado mal al consumidor.
Pero nosotras tenemos que valorar nuestro sevicio para que nos valoren, pues nos ha costado nuestro esfuerzo llegar a tener exito en lo que hacemos, pues el conocimento y el arte tienen un gran valor!!
Un beso guapisima, me encanta como escribes
María del Mar
Muy buena la entrada. Tienes mucha razón. En mi caso soy blogger y casi nadie de mi entorno lo sabe porque ni lo comprenden ni les interesa y además lo desprecian. Y lo mismo me pasa con el maquillaje. Soy maquilladora y me está costando un mundo dedicarme a ello e incluso sacarme más títulos para seguir aprendiendo y formándome. Para mi gente esto es «una mierda», no es «un trabajo de verdad» y me hierve la sangre cada vez que tengo que aguantar que me digan «pon los pies en la tierra» o » a tu edad y perdiendo el tiempo con eso».
Es triste, muy triste que ni tu entorno te apoye por querer dedicarte a esto y te traten poco menos que como si fueras tonta. Pero lo que más gracia me hace es que luego, cuando hay evento a la vista, esos que más me critican son los primeros en acudir a mí para que los maquille gratis, y obviamente no lo hago.
Es muy triste que en este país todas las profesiones relacionadas con el arte sean tan despreciadas y tan poco valoradas.
Brenda
Me ha encantado el post, como todo lo que escribes es una gran reflexión sobre el tema… ojalá que poco a poco cambie la mentalidad de la gente.
Besos