Zero Waste, o «ser» Zero Waste. El tema de moda.
Llevo unos cuantos años en el mundo del Zero Waste. Tampoco décadas, pero lo suficiente como para saber que las cosas han cambiado mucho desde que comencé mi camino hacia la sostenibilidad.
Como he explicado muchas veces en alguna red social, podcast o entrada en el blog, mi camino hacia una vida más sostenible comenzó gracias al veganismo, ya que hasta entonces, desconocía totalmente que, a) lo que comemos afecta directamente a nuestro impacto medioambiental, y b), que limitarse a reciclar no es vivir de forma sostenible. Desde que comencé a informarme y esforzarme en vivir de forma más sostenible, las cosas han cambiado mucho y yo misma he ido cambiando y adaptando muchos de los hábitos y la perspectiva que antes tenía sobre el movimiento. Personalmente, opino que como ya ha pasado con otros movimientos que se han hecho populares de forma muy rápida y repentina (como el veganismo, por ejemplo), el objetivo y la visión del movimiento se han desvirtuado tanto que hemos llegado a un punto en el que no tenemos ni idea de por qué hacemos las cosas y hasta qué límites debemos llevarlas.
Por ejemplo, estos son algunos errores que creo que se están cometiendo a menudo:
1. Pensar que el residuo cero/Zero Waste es posible al 100%
Señoras y señores, no sé si esto es la noticia del día para algunas, pero no crear ningún residuo es absolutamente imposible. No me canso de repetir de que el «Zero Waste» es un concepto, no algo realmente alcanzable. No hay ninguna forma de hacerlo, punto. Es literalmente imposible estar vivo y no crear residuos. Incluso si decidiéramos alejarnos de la sociedad y montar un camping-cueva alimentándonos a base de bayas salvajes y limpiándonos el trasero con hojas de parra, seguiríamos creando algún tipo de residuo. De verdad, ¿podemos dejar ya de obsesionarnos con algo que es imposible? Podemos usar WIFI y ropa interior sin sufrir, por favor.
2. Vivir de forma sostenible no consiste en ser perfecta
Estoy segura de que muchas de vosotras os sentiréis especialmente identificadas con este punto. Vamos a ver. Todas queremos intentar vivir de forma más sostenible, todas queremos ayudar a los animales, y todas queremos que el mundo cambie a mejor. Hasta ahí, bien, y para ello, vamos cambiando hábitos e intentando concienciar a nuestros amigos, familia y compañeras de trabajo. Vamos haciendo cambios y compartiendo nuestros triunfos, hasta que un día… ¡ZAS! Se nos olvida la taza. O un día cualquiera se nos antoja un puñetero Bollicao del Mercadona. O compramos un tratamiento de belleza que tiene tapón de plástico. Lo que sea. ¡No pasa nada! Como pasa con la alimentación, no se trata de hacerlo perfecto el 100% del tiempo sino de hacerlo bien la mayoría del tiempo. El perfeccionismo ha matado más causas que la falta de acción.
3. El plástico no es el problema principal
A menudo escuchamos muchos lemas antiplásticos y personas que hablan sobre él como si fuera el enemigo número uno. Por supuesto que es uno de los contribuyentes al problema de residuos que tenemos hoy en día, pero ni mucho menos es el peor. La industria ganadera, el transporte, la energía, el consumismo… contribuyen muchísimo más al calentamiento global que cualquier plástico. Sin embargo, esto no quiere decir que tengamos que dar luz verde a los cubiertos de un solo uso y las bolsas de plástico, sino de prestar atención a las acciones que más impacto tienen al mismo tiempo que evitamos contribuir a la demanda de plástico, nada más.
4. No busquemos donde no hay
Recibo muchísimas preguntas sobre sustituciones u opciones sostenibles para cosas como supositorios, botes para análisis de orina, crema de pañal a granel, pienso para peces sin envoltorio… y tengo que recordar que vivimos en un sistema que no está preparado para ofrecer una alternativa sostenible y/o sin packaging absolutamente todo. Además, el problema de residuos que tenemos no ha sucedido porque los supositorios y las cremas de pañales lleven packaging de plástico. Ha sucedido porque hemos creado una cultura de usar y tirar que prefiere tirar unos cubiertos antes que lavarlos. Mantengamos la perspectiva.
5. El movimiento trata de minimizar, no añadir
La moda del DIY está muy relacionada al Zero Waste, ya que hay productos que pueden encontrarse a granel (como el vinagre, el bicarbonato o el jabón) que pueden sustituir a los típicos productos que vienen en envase de plástico. Sin embargo, no es cierto que realizar nuestros productos en casa sea más sostenible que comprarlos ya hechos. Debemos tener en cuenta el tipo de recursos utilizados para obtener esa materia prima, su procedencia, sus ingredientes, etc. Además es imposible encontrar ciertos ingredientes sin embalaje o en tiendas cercanas (como la manteca de carité o os aceites esenciales, por ejemplo), por lo que es incluso más contraproducente encontrar multitud de ingredientes en envases que comprar algo ya hecho en envase sostenible.
6. No se trata de ser consumista de productos sostenibles
Si no te hacen falta pajitas de aluminio, no las compres. Si no necesitas una bolsa de tela porque tienes una de plástico robusta que te sirve desde hace años, no la compres. Si tu tupper de plástico te dura desde la universidad, sigue utilizándolo y no lo tires para sustituirlo por otro de cristal. Comprar cosas que no necesitas (sean sostenibles o no) y tirar cosas en perfecto estado es lo menos Zero Waste que podemos hacer.
7. Cercanía no siempre significa sostenible
¿Aguacates de Málaga en envase de plástico o aguacates de Perú a granel? ¿Boniatos en julio en Barcelona? ¿Online o en la tienda de la esquina? La cuestión es plantearse la opción más sostenible en cada caso, sin asumir que todo lo local es más sostenible. Alguna verdura puede ser local pero fuera de temporada y haber requerido extensos recursos artificiales para cultivarse. O puede que la tienda de la esquina tenga algún artículo realizado en China y con materiales no reciclables, y que podamos conseguir online el mismo artículo hecho en España y de forma sostenible. O puede que podamos comprar de segunda mano online en lugar de algo nuevo en nuestro barrio (los artículos de segunda mano SIEMPRE son más sostenibles). Cada caso debe plantearse de forma individual.
8. Elige y vive
El residuo cero no consiste en no disfrutar de absolutamente nada y privarnos de absolutamente todo lo que no sea 100% sostenible o sin plástico. Este movimiento va mucho más allá y debemos tener en cuenta que es preferible ser realista y no ser del todo coherente, que aspirar a la perfección (imposible) y dejar el movimiento al poco tiempo o proyectar a los demás una imagen del movimiento tan estricta que los espante por completo.
El movimiento Zero Waste puede cambiar el mundo, y podemos contribuir a ello dejando los productos de origen animal fuera de nuestro plato, evitando el consumismo, el plástico, los productos de un solo uso, el transporte altamente contaminante (en medida de lo posible), y exigiendo a las instituciones que realicen los cambios y leyes pertinentes, pero sobre todo, no siendo un nazi inaguantable que solo sabe reprochar a los demás lo que no hacen o lo que hacen mal. No seas esa persona. Ser inaguantable también es residual.
¡Cheerio!
Ana Ordis
Hola Ally desde que te leonsoy mas consciente de sostenibilidad en mi vida privada y profesional.
Envases reciclables para cosmetica es muy complicado y quien me dice a mi que los mas sostenibles siguen un procedimiento para su fabricacion mas sostenible?
La venta a granel en farmacia no esta permitida por ejemplo en plantas medicinales por tema de higiene. No es facil pero soy consciente. Besos Ana