Se encontraron 5 resultados sin ingresar un término de búsqueda
- La ropa de segunda mano y sus energías
Como compradora de ropa de segunda mano desde los 12 años, me ha costado entender los motivos por los que mucha gente aún la rechaza Corrían los años 90 cuando compré mi primera prenda de segunda mano en una tienda del pueblo de Inglaterra: una camiseta de manga corta de color azul marino, con tela de canalé y que se cerraba con una cremallera plateada de arriba a abajo. Nos pasábamos las tardes en las tiendas Virgin o HMV, escuchando música y comprando singles de los artistas del momento (o el album completo si habías ahorrado lo suficiente), y buscando tesoros vintage en tiendas que olían a incienso y mientras se escuchaba a Alanis Morissette y Pearl Jam. Las sudaderas brillantes de Adidas con sus características rayas laterales eran las más preciadas, pero no las nuevas: si no las comprabas de segunda mano, eras menos cool . Lo mismo con los pantalones vaqueros con infinidad de agujeros y roturas hechas a propósito, o los pañuelos de algodón dignos de la pierna de Punky Brewster. La segunda mano era alternativa, era guay , y parte de la cultura de una tribu urbana que sin querer rechazaba el consumismo y la moda rápida que años después (sin nosotras saberlo) se convertiría en una auténtica plaga que comenzaría a destruir el medioambiente un poco más con cada camiseta de polyester de 2 euros . No tengo ni idea de si mi grupo de amigas y amigos era el indicado por casualidad, o es que mi neurodivergencia me hacía levitar naturalmente hacia los grupos que rechazaban las normas sociales establecidas. O quizás, simplemente un extrovertido me adoptó y me incluyó en el grupo porque le caí en gracia. No tengo ni la más remota idea, pero sé que gracias a ello, 30 años después sigo consumiendo moda de segunda mano como costumbre. Sin embargo, aún no deja de sorprenderme que esta costumbre no haya sido establecida como la norma en nuestra sociedad. Digo que “no deja de sorprenderme” como frase hecha, porque en realidad no me sorprende lo más mínimo. La segunda mano es precisamente el modelo de consumo que desafía al egoísmo y el capitalismo en el que nos vemos obligadas a participar cada día , y eso nos parece “raro”, nos hace sentir que nos estamos saliendo de la norma establecida, y eso, nos hace sentir incómodas. Sin embargo, más allá de nuestra necesidad de sentir que no nos salimos de la norma y el Status Quo, existen factores muy comunes que muchas personas han interiorizado y que les hace dudar a la hora de comprar cualquier prenda que perfectamente habría llevado Geri Halliwell o Billie. Y es que es curioso que la segunda mano se vea, en ocasiones, como algo relacionado con la falta de recursos económicos o la precariedad (propia o heredada), mientras la compra de camisetas de 2 euros en Shein se considere algo que afirma nuestro estatus social y nos distancia de experiencias pasadas de la precariedad solo porque nadie se lo ha puesto antes . Esto demuestra que todo está en el coco y que nuestro miedo a sentirnos con “menos posibilidades” que otros nos lleva a rechazar algo que debería estar normalizado. Y es que es curioso que la segunda mano se vea, en ocasiones, como algo relacionado con la falta de recursos económicos o la precariedad (propia o heredada), mientras la compra de camisetas de 2 euros en Shein se considere algo que afirma nuestro estatus social y nos distancia de experiencias pasadas de la precariedad solo porque nadie se lo ha puesto antes . Esto demuestra que todo está en el coco y que nuestro miedo a sentirnos con “menos posibilidades” que otros nos lleva a rechazar algo que debería estar normalizado. En ocasiones también he escuchado la mención de energías ajenas como si el propio diablo hubiera sido capaz de ponerse un crop top con dibujos de los Osos Amorosos. Personalmente, creo que no hay nada que una lavadora y un poco de salvia o palo santo no puedan solucionar (o ahuyentar), pero ciertamente el temor inconsciente a la transferencia emocional es algo que se repite mucho cuando la ropa previamente amada se menciona en alguna conversación. Sin embargo, desde mi punto de vista, estos casos son minoritarios. Hay algo mucho más turbio, extendido y que ni cuatro duchas con sal e incienso podrían borrar de nuestro subconsciente: una identidad basada en el consumo. En nuestra sociedad, las marcas y lo nuevo son formas de expresar la identidad, el éxito o la pertenencia a un grup o. La ropa de segunda mano nos parece una amenaza a esa narrativa personal: “Si no estreno ropa cada temporada, ¿qué dice eso de mí? ¿Que no me lo puedo permitir y soy pobre? O al menos, ¿soy más pobre que mis compañeros de trabajo?”. Porque claro, ¿cómo vamos a demostrar nuestro -falso- poder adquisitivo si nuestro entorno no nota que la prenda que llevamos está nuevita y reluciente? Es decir, si me pongo algo que alguien ya ha usado, y no tiene esa pinta de actual y ese planchado reluciente, ¿cómo puedo demostrar a mi entorno que tengo poder adquisitivo? Porque no puedo permitir que crean que tengo menos que ellos… ¿no? Cuando una sociedad y un sistema te meten en la cabeza que tu valor lo dictan tus pertenencias y tu productividad (precariedad) para conseguirlas se romantiza constantemente para alimentar al gigante que ha creado todas estas narrativas, es más que normal caer en esa trampa. Yo misma he caído en ello, pero fue precisamente trabajar en el mundo de la moda lo que me hizo aborrecer esa necesidad constante de demostrar, presumir, asegurar. Para mí, fue como ese evento canónico por el que todo adolescente pasa: llega el día en el que tomas demasiado Malibú con piña, te pillas una torrija que te saca hasta la primera papilla, y nunca más lo quieres volver a probar . El Malibú con piña ha podido contigo, te ha hecho odiarlo hasta el punto en el que solo pasar por delante de la botella en el supermercado te da arcadas. Historia real, me temo. Pero gracias a ello, hoy puedo decir, alto y claro: Hola, me llamo Ally y soy ex-adicta a comprar ropa nueva cada semana. Podríamos llamarlo terapia de choque, podríamos llamarlo madurar o que se te desarrolle el lóbulo frontal, pero sea como fuere, es algo que como sociedad, debemos cambiar y superar. Es el miedo a no mimetizarnos con la máquina capitalista e insostenible que destroza vidas cada día, aquella máquina que alimenta al monstruo que no se esconde bajo nuestra cama, sino tras promesas vacías y etiquetas de colecciones sostenibles con menos credibilidad que los muñecos saltarines con hilos que vendían en las Ramblas de Barcelona. La ropa de segunda mano es un posicionamiento ético y político. Es rechazar lo que nos han metido en la cabeza sobre nuestro valor como personas. El valor no te lo da la capacidad de comprar camisetas de 2 euros hechas por personas pobres cada semana. No te lo da ponerte el estampado de la temporada como si fuéramos clones, y mucho menos, la necesidad de demostrar que estás jugando, voluntariamente, bajo las mismas reglas que te están oprimiendo para que solo puedas permitirte comprar una camiseta de 2 euros. Comprar de segunda mano, así como reparar y utilizar lo que ya tienes, es la verdadera riqueza, porque ¿qué puede haber más rico que preservar el planeta en el que vivimos (tú y yo, y Pedro Pascal)? Es apreciar a otros humanos y dejar la misantropía y el individualismo que hemos mamado desde pequeños a un lado para entender que valemos más por lo que hacemos que por lo que tenemos . Optar por la opción más sostenible, ética y compasiva es todo lo contrario a escasez. Es abundancia, abundancia de empatía y estilo propio, que es lo que los magnates de la moda rápida han querido borrar de nuestra mente para seguir comprándose nuevos yates cada verano. Así que la próxima vez que alguien te pregunte por qué compras ropa de segunda mano pudiendo permitirte ropa nueva, puedes decirles que simplemente lo haces porque te gusta arruinarles las vacaciones a los multimillonarios. Más poético imposible. Si quieres estrenarte en la moda de segunda mano visita Viamalama Vintage
- Black Friday consciente
Solo si necesitas algo, estas son las mejores ofertas de marcas sostenibles y éticas Por lo general el Black Friday se conoce como el día más consumista del año, pero a mí me gusta pensar que existimos personas normales que somos capaces de utilizar este día por lo que debería ser: una fecha en la que comprar cosas que NECESITAMOS o reponer productos que se nos han terminado a un precio reducido. Por eso, y porque sé que las personas que me siguen saben comprar con cabeza, os dejo las mejores ofertas de Black Friday consciente, o Green Friday, de marcas sostenibles, éticas y con productos veganos. 1 . FitPlanet La marca de ropa deportiva sostenible y ética por excelencia tiene un acceso prioritario que está YA activo. Sus comodísimos leggings de plástico proveniente de redes de pesca o botellas recicladas, son de una calidad excelente y sientan como un guante. Accede al descuento AQUÍ 2 . Notino La web multimarca que tiene algunos de los mejores perfumes low cost del mercado está de descuento. Puedes aprovechar para renovar perfume o preparar regalos de Navidad con antelación. Tienes una lista de recomendados AQUÍ 3 . Incapto Las mejores cafeteras sostenibles del mercado. Funcionan sin cápsulas y son totalmente automáticas. Solo tenemos que rellenar el depósito con granos de café y la máquina nos da el café espresso más increíble para empezar el día. Yo llevo más de un año con esta cafetera y la recomiendo al 200%. Sus cafés también son riquísimos. Puedes ver los decuentos de Black Friday AQUÍ 3. Miin Cosmetics Este Black Friday tienen hasta 50% de descuento en algunos productos, y por suerte, uno de ellos es la protección solar coreana (vegana y Cruelty Free) más famosa del mercado que os he recomendado una y mil veces. ¡Es el momento de reponer! Podéis comprarla AQUÍ 4 . All Yours La tienda de marcas de belleza CLEAN y CRUELTY FREE está de Black Friday y tiene numerosos descuentos que son prácticamente imposibles de encontrar el resto del año. Los perfumes de nicho más valorados y queridos del momento, como el Bianco Latte de Giardini di Toscana, los gourmand más golosos del mercado de Theodoros Kalotinis o los perfumes asequibles de Maison Matiné, están todos desde un 10 a un 20% de descuento. Puedes verlos AQUÍ 5 . VITA33 Nuestra web favorita de consumibles y belleza está de celebración y nos ofrece un 20% de descuento con el código BLACK24. Es el momento de probar o reponer la cosmética sostenible y vegana de Torriden, el té somnífero de Celestial o el magnífico retinol de Geek & Gorgeous. Te dejo un acceso directo a este paraíso AQUÍ Espero que te haya facilitado la vida para ahorrar en cosmética y moda sostenible este Black Friday. Como siempre digo, hay que comprar con cabeza y necesidad en mente. Al fin y al cabo, este día debería haberse creado para esto! Según vaya encontrando más ofertas, iré actualizando el post, y no dudéis en enviarme las vuestras para que las pueda compartir con la comunidad. xx Ally
- Coser es el nuevo flex
En una sociedad que nos empuja a consumir constantemente, aprender a hacer nuestras propias prendas es un acto de rebeldía Cuando empiezas en el mundo de la costura, la elección de tu primera máquina suele ser un paso súper emocionante, pero si eres una principiante, puede resultar bastante abrumador. Para mí personalmente no lo fue, ya que una de las cosas que el TDAH me ha regalado es la capacidad del hiperfoco en temas concretos que no suelto hasta que aprendo hasta el último detalle de ello. Y eso es lo que me pasó con las máquinas de coser, como podéis imaginar. Así que quería ahorraros el trabajo y aprovechar mis horas y horas de investigación para guiaros en vuestra compra. Como amante de la moda sostenible y conocedora (media) de costura, quiero recomendarte tres máquinas de coser que se adaptan a diferentes presupuestos y niveles de experiencia, para así resolver por fin una de las preguntas que más me hacéis cada vez que os enseño alguna de mis creaciones de costura. Obviamente esta es mi opinión personal y cada costurera tiene sus gustos, pero al menos estas recomendaciones os darán un punto de partida para empezar a investigar. 1. Opción Low Cost: Singer M1005 Si estás dando tus primeras puntadas y no quieres arruinarte, la Singer M1005 está muy bien. Esta máquina básica, pero robusta, es perfecta para aprender lo esencial sin abrumarte con funciones complicadas. Características: 6 tipos de puntadas, enhebrado automático, y una estructura de metal resistente. Precio: Alrededor de 120-150 € Por qué me gusta: Es simple, ligera y fácil de usar. Ideal para proyectos sencillos como dobladillos, costuras rectas y reparaciones. La tienes en oferta en Leroy Merlin . 2. Gama Media: Brother CS10s Cuando ya has hecho tus primeras prendas y te pica la curiosidad por hacer proyectos más creativos, la Brother CS10s es una máquina que verás recomendada en todos los foros y comunidades de costura como una de las más fool proof . Esta máquina electrónica tiene un equilibrio perfecto entre funciones avanzadas y facilidad de uso. Características: 40 tipos de puntadas, pantalla LCD, botón de inicio/parada (puedes coser sin pedal) y enhebrador automático. Precio: Aproximadamente 250-300 €. Lo que me encanta: Es súper versátil, y su pantalla te permite ajustar la longitud y el ancho de las puntadas con un par de botones. Personalmente prefiero las electrónicas, y esta es una de las opciones que más me gustan en relación calidad-precio. La acabo de encontrar TIRADA de precio en Leroy Merlín! 3. La Profesional: PFAFF Quilt Ambition 630 Si buscas una máquina profesional y quieres invertir en una para toda la vida, la PFAFF Quilt Ambition 630 es un verdadero sueño. Esta máquina es ideal si estás buscando algo que te permita realizar proyectos de gran envergadura y trabajar con telas complejas, o si quieres empezar en el tema quilting o patchwork (yo estoy empezando y puedo confirmar que la marca PFAFF es la mejor para ello en general. Características: 201 tipos de puntadas, sistema IDT (arrastre doble integrado, para un arrastre uniforme de la tela), pantalla táctil a color, y función de memoria para guardar configuraciones personalizadas. Precio: Desde 1.000-1.400 € (pero la puedes encontrar en Wallapop por 400-500 euros si tienes suerte). Como digo, esta máquina la recomendaría únicamente si quieres dedicarte a esto profesionalmente (o te sobra el dinero, oye, quién sabe). Por qué la amo: La precisión y el control que tienes sobre cada puntada es inigualable. Parece que va sola, literalmente. Es rapidísima, tiene multitud de puntadas, pies, es una auténtica maravilla. Yo no la tengo pero la he probado en alguna clase y la verdad es que es absolutamente increíble, como todo lo que hace esta marca). La he encontrado en Muziker en oferta . Obviamente también te animo a buscar estas máquinas de segunda mano, las mías son ambas de webs como Wallapop y Ebay (tanto la normal como la overlock), llevo unos cuantos años usándolas y aún están en perfecto estado. Espero que estas recomendaciones te ayuden a encontrar la máquina perfecta para ti y que te animes a seguir explorando el mundo de la costura, porque como ya te decía en el título, en una sociedad como la nuestra, aprender a coser y arreglar, es un acto de rebeldía y sostenibilidad.
- El diablo se viste de Prada... ¿literalmente?
La moda de lujo tampoco es ejemplo de prácticas sostenibles y éticas Como divulgadora sobre el tema de moda sostenible, cada vez que publico contenido sobre lo dañina que es la moda rápida tanto para las personas como para el medioambiente, recibo algún comentario suelto de este estilo: “Pero es que no todo el mundo tiene dinero para comprar en Dior o Gucci” Y menos mal, porque tampoco es que sean ejemplo de nada. Por supuesto que los diseños de estas marcas son los que inspiran a la moda rápida, y por supuesto también que, la calidad en tejidos y confección tiende a ser superior en muchos casos (las marcas de lujo dependen de su reputación, es algo que no van a tirar por tierra fácilmente con unos pantalones mal cosidos). Pero detrás de esa cierta calidad, también se esconde una realidad menos conocida: la explotación laboral que hace posible esos productos. Recientemente, han salido a la luz informes que acusan a estas marcas de abandonar a sus trabajadoras en Rumania, dejándolas sin empleo ni compensación justa al perderlo. Cosa que sorprendentemente, no ha trascendido en la prensa más allá del nicho. Estas trabajadoras afectadas eran empleadas de fábricas en Rumania que producían zapatos para estas marcas de lujo. Tras un pequeño aumento del salario mínimo en el país (de 400€ a 475€ al mes, que tampoco es demasiado significativo), las fábricas comenzaron a cerrar. Algunos lo pueden llamar coincidencia, otras lo llamamos red flag . Al poco de producirse este ligero aumento, estas grandes marcas de lujo dejaron de hacer pedidos, alegando que el coste de producción era demasiado alto. Algo difícil de creer, ya que considero que a estas alturas todas somos conscientes de que unos zapatos que cuestan 650 euros no cuesta ni 300, ni a veces 50 realizarlos. El precio añadido de estas marcas se llama “inaccesibilidad”, que es su forma de que solo una clientela exclusiva pueda comprarlos y así asociar una clase social específica al nombre de su marca. Eso es algo que todas las personas que hemos trabajado en la industria de la moda de lujo sabemos. Y, ojo, no quiere decir que no esté justificado. Si estas marcas existen, es porque hay personas que se pueden permitir y están dispuestas a pagar, sin problema, ese precio premium que les asegura que solo ciertas personas de su mismo nivel económico podrán acceder a las mismas prendas que ellos lucirán. La cuestión es que estas fábricas dependían en gran medida de los pedidos de Dior y Gucci, y obviamente no pudieron seguir sin estos clientes. Las trabajadoras, muchas de las cuales dedicaron años a este oficio, se encontraron sin empleo y sin ningún tipo de compensación o indemnización. Esto pone en evidencia una triste realidad: mientras la moda de lujo genera fortunas, las personas que hacen posible esa producción apenas sobreviven. Los dueños de las fábricas han expresado que, a pesar de hacer todo lo posible por cumplir con los pedidos incluso cuando se les requería una extrema rapidez (muy al estilo fast fashion , si me preguntas), las marcas finalmente redujeron los precios de compra y los dejaron fuera del mercado. Este tipo de comportamiento demuestra una falta de compromiso con los trabajadores que, en última instancia y como sucede realmente en un sistema capitalista, son los que sostienen la industria del lujo. Más allá de la calidad de los materiales y el diseño, que es algo que ciertamente he tenido el privilegio de comprobar teniendo acceso a marcas de lujo durante todos mis años de trabajo en la industria, el precio de estas prendas y accesorios debería implicar un salario justo para quienes los fabrican. Sin embargo, no siempre es así, y repito mi mantra: lo que define los valores de una marca son sus actos, no sus precios. Creo que los consumidores de la moda de lujo, también tienen el poder de exigir más transparencia y responsabilidad por parte de las marcas, sobre todo cuando sabemos que, por desgracia en esta jerárquica sociedad, la opinión de aquellos más privilegiados se toma más en serio que la de otros con menos suerte. Al apoyar a marcas que practican una producción ética y sostenible, independientemente del precio de su etiqueta, podemos enviar un mensaje al mercado: el verdadero lujo incluye dignidad y respeto para todos en la cadena de producción. ESE es el verdadero precio que se debería pagar. Y no simplemente que una Don Nadie de New Jersey lleve el p*** Birkin que querías para ti *. Esta historia es solo un ejemplo de cómo el mundo de la moda puede ocultar realidades incómodas que mucha gente se niega a visibilizar, o que simplemente asume que las personas que divulgamos sobre este tema creemos que un precio refleja la ética de una marca por defecto, cuando está muy lejos de ser así. Siempre digo que la calidad de la ropa de diseño y los materiales sostenibles, hay que pagarlos, pero por supuesto, a partir de un cierto precio, lo que estamos pagando es nuestro anhelo a pertenecer (o diferenciarnos, según desde qué punto de vista o clase social lo mires). Así que no, ninguna divulgadora de moda ética y sostenible te está diciendo que compres en Dior o Prada, ni que te gastes el dinero que no tienes en marcas que no nos podemos permitir. Lo único que decimos, o al menos yo, es que ni Shein ni Gucci, ni ninguna marca que en 2024 siga explotando a sus trabajadores y trabajadoras, debería recibir un solo euro hasta que no puedan ofrecer productos de calidad y garantizar salarios dignos a toda la cadena de producción. Estás en tu derecho de comprar a la marca que te plazca, pero cuando esto significa que los derechos de otras personas se ven pisoteados, te aseguro que no hay cosa que se sienta más fea y sucia cuando te la pones, por mucho que cueste el salario mensual de una persona. El diablo no se viste de Prada. Se viste de capitalismo tardío y explotación, y eso, señores, no hay renombre que lo cubra. Referencias: Luxury brands, cheap practices: fired garment workers abandoned by leading fashion houses L’alta moda italiana lascia sul lastrico i lavoratori in Romania
- Lo único que la moda rápida está reduciendo es su responsabilidad
Las donaciones de grandes empresas no las eximen de otras responsabilidades. En los últimos años, las prácticas de sostenibilidad de Inditex han estado en el foco de las críticas, sobre todo después de las recientes donaciones millonarias de Amancio Ortega de 100 millones de euros destinados a la reconstrucción tras la dana en Valencia. Estas donaciones han sido una oportunidad para que todas reflexionemos sobre la responsabilidad moral y corporativa de las empresas que hacen estas donaciones como si de un vaso de agua bendita y tres Padres Nuestros se tratara. Lo de Inditex como empresa, es mucho más complejo que esto. En 2021, las emisiones totales de gases de efecto invernadero de la compañía alcanzaron las 17 millones de toneladas de CO2, equivalente solo en emisiones de alcance 3, que incluyen la producción, transporte y otras actividades de su cadena de suministro. Este tipo de emisiones representaron un aumento del 28.2% respecto a 2020, a pesar de los compromisos ambientales de la empresa (que recordemos, no son más que compromisos, no algo asegurado). Para entender mejor la magnitud de este problema, pensemos que 17 millones de toneladas de CO2 son comparables a las emisiones anuales de un país pequeño. Por ejemplo, en 2021, Letonia emitió alrededor de 8.7 millones de toneladas de CO2, lo que hace evidente que las operaciones de Inditex contribuyen de manera significativa al calentamiento global. Esta cifra también resulta una contradicción con las metas de sostenibilidad de la empresa, que ha prometido alcanzar cero emisiones netas para 2040. Sobre esto, tengo mi propia opinión, que es que estas promesas para dentro de unos años son una simple procrastinación de responsabilidad, pero eso, lo dejamos para otro día. La donación de 100 millones de euros por parte de Amancio Ortega, aunque pueda parecer altruista, debe evaluarse en el contexto de las prácticas fiscales de la empresa, muy a pesar de aquellos que defienden con uñas y dientes, y por algún motivo que desconozco, al abuelo multimillonario de España. Según varias investigaciones, Inditex ha sido acusada de utilizar filiales en países con bajos impuestos (Países Bajos e Irlanda) para reducir su carga fiscal, lo cual le ha permitido evitar el pago de cientos de millones en impuestos en otros países. Esta estrategia, aunque legal, es moralmente cuestionable cuando se considera que esos fondos podrían haber apoyado servicios públicos y la lucha contra el cambio climático. Y repito mi mantra: que algo sea legal, no lo hace ético. Es importante destacar el odor a greenwashing que todo esto emana. La magistral práctica de proyectar una imagen entrañable y de responsabilidad ambiental ha calado muy hondo en la clase trabajadora que busca a un salvador en medio de toda esta incertidumbre. Las donaciones, aunque benefician a corto plazo y ayudan en emergencias, no compensan las prácticas de negocio que contribuyen al cambio climático. De hecho, son estas mismas empresas las que impulsan una industria que es una de las principales contribuyentes las condiciones que luego intentan paliar con donaciones. ¿Cómo es que no vemos que la misma persona que hornea la tarta, es la que se la come, dejándonos solo las migas de ésta al resto del “populacho”? No hay nada que más me rompa el corazón que ver a personas de clase trabajadora (bajo ilusiones de clase media, pese a que ésta ya hace mucho que no existe) defender a aquellos que manejan el yugo en el que el 99% del resto nos vemos atrapados. Las donaciones, por grandes que sean, no eximen la responsabilidad y el impacto de millones de toneladas de CO2 que contribuyen al calentamiento global. Y dejemos de preguntar a aquellos que de una forma totalmente revolucionaria han entendido que hacer donaciones no está reñido con contribuir con tus impuestos a tu país, que cúanto han donado. Porque recordemos dos cosas importantes: primero, que las donaciones se hacen de forma privada. De lo contrario, son propaganda y marketing (ya sea para tu empresa o para tu propio ego). Y segundo, que el impacto de una persona con un salario normal y corriente (o “medio”, como quieras llamarle), es millones de veces menor que el que alguien como Amancio Ortega puede tener tanto en la sociedad como en el clima. Aunque cabe decir, que haciendo la comparación entre su patrimonio y el nuestro, haciendo una donación de 9 euros ya estaríamos haciendo un mayor esfuerzo económico que el magnate de Inditex. Esta dicotomía es la que debemos seguir analizando para no confundir gestos generosos con responsabilidad corporativa real. Sin un cambio sistémico y una reducción drástica de sus emisiones, las iniciativas de donación seguirán siendo un parche sobre un problema mucho más profundo. Nos merecemos más que caridad. Nos merecemos justicia social.




