En un procesador de cocina muy potente, tipo Vitamix, ponemos todos los ingredientes y batimos a tope durante 30 segundos. Si no tenemos un procesador potente, deberemos remojar los anacardos en agua caliente durante una hora antes de este paso.
Pasamos la mezcla a una cazuela mediana, estará muy líquida. Todo bien. Tranquilidad.
Ponemos la cazuela a fuego medio y removemos con una espátula sin parar. Cuando digo sin parar es sin parar, porque si no removemos y empieza a apelmazarse, puede quemarse o quedar a grumos. Dale a la espátula.
Seguimos removiendo sin parar con paciencia hasta que empezamos a ver grumos o bolas espesas. No te preocupes, según se vaya cocinando todo irá teniendo una pinta más consistente.
Cuando los grumos hayan desaparecido, nos quedará una pasta muy espesa que se irá pegando a los lados según removemos. Esa es la textura que queremos, que nos cueste removerla y que se levante de la cazuela, como si fuera una masa de pan húmeda.
Dejamos enfriar mientras preparamos la pizza y los toppings. Con una cuchara, vamos cogiendo trozos de la mezcla de mozzarella y la ponemos en la pizza (después del resto de los ingredientes). Cocinamos en el horno unos 15 minutos a tope. Saldrá un poco más líquida y tostadita.